Cómo evitar 5 daños comunes en el coche debido a malos hábitos
Algunos hábitos que tomamos como comunes frente al volante tienen graves consecuencias en la mecánica. ¿Cuáles son?,
¿cómo evitar daños comunes en el coche?
18/04/2017
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Probablemente tratarás con mucho cariño a tu vehículo y procurarás que ni el más mínimo roce le afecte para mantenerlo siempre como nuevo. Probablemente serás lo suficientemente considerado (y responsable) como para no ir “quemando neumático”. En definitiva, serás uno de los tantos orgullosos dueños que mimamos y cuidamos nuestro coche procurando que nos duren años y años sin que denote el paso del tiempo.
Para ello, tienes en el mantenimiento del coche a manos de talleres profesionales tu mejor aliado, pero también debes tener en cuenta que existen muchas “manías” y costumbres que tomamos como naturales y que sin darnos cuenta, están rebajando la edad de jubilación del vehículo a pasos agigantados. ¿Qué hábitos debemos olvidar para poder alargar la vida de nuestro coche?
Buenos hábitos para evitar daños comunes en el coche
#1 Los pies… en el reposapies
Si existe un elemento que se llama reposapie, es precisamente porque su función es tan concreta como la que dicta su nombre. Así, debemos olvidarnos de la costumbre común de dejar apoyado el pie en el pedal de embrague, puesto que además de tensionarnos, la sensibilidad de muchos modelos de vehículos (sobre todo los más antiguos) a la pisada de los pedales puede suponer que estemos frecuentemente presionando sobre el collarín de embrague.
¿Y qué es el collarín de embrague? se trata de un rodamiento que empujamos al pisar el pedal, bien a través de un cable o bien mediante un circuito hidráulico, y así reducir el esfuerzo y aumentar la respuesta al conectar y desconectar el motor de la caja de cambios. La rotura de este elemento por ejercer una presión continua y no controlada, supone el tener que cambiar toda la caja de cambios y, por tanto, modificar un elemento básico de nuestro vehículo.
#2 Y las manos… al volante
Primero por seguridad, ya que así podremos maniobrar en todo momento ante cualquier imprevisto, y segundo por una razón similar a la del pedal y collarín de embrague: si mantenemos constantemente la presión sobre la palanca de cambios, estaremos presionando sobre los sincronizados (las piezas que evitan el tener que realizar doble embrague en los cambios de marcha)
Estos daños por presión ciertamente son a muy largo plazo, pero se van produciendo poco a poco a medida que pasan los kilómetros, por lo que si somos muy de estas manías, tarde o temprano tendremos que atender averías que resultan fácilmente evitables.
#3 No… no es buena idea bajar en punto muerto
La conducción eficiente es una excelente práctica, pero al igual que ocurre en otras materias, no debemos hacer absolutamente caso a todas las prácticas que se venden como revolucionarias y realmente pueden resultar dañinas.
Entre estas prácticas se encuentra la bajada en punto muerto para el ahorro de combustible. Además de ser una práctica peligrosa que compromete tu seguridad y la de los que te rodean (el coche no está disponible para una maniobra de emergencia en el caso de necesitarse y pierdes totalmente su control al ir “cuesta abajo y sin frenos”), resulta especialmente dañina para los cambios automáticos.
Un coche automático está preparado para realizar cambios preconcebidos y controlados: es decir, pasar de segunda a tercera por ejemplo al sobrepasar los 30 km, de tercera a cuarta a los 40 y de cuarta a quinta a partir de los 50 kilómetros/hora. Si de punto muerto pasamos al encendido estando el coche en movimiento, su automatismo obliga a forzar el cambio de marcha y por tanto la caja de cambios automática.
#4 Ya es hora de olvidar el ralentí
El encender el motor del coche y dejarlo a ralentí unos minutos antes de su marcha era una práctica común hace unos años para que el motor vaya cogiendo temperatura y no se vea forzado a maniobrar en frío, pero a día de hoy solo sirve para acumular gases (letales si lo hacemos dentro de un garaje y sin ventilación)
Por otra parte, esta práctica tiene su sentido en que al calentar el motor, este no se ve obligado a responder a una temperatura demasiado baja para la cual no está preparado, pero la mecánica del coche no es únicamente su motor: caja de cambios, frenos, neumáticos, suspensión, dirección y amortiguadores tampoco estarán preparados para la inmediata maniobra tras el arranque, por lo que resulta más beneficioso que lanzar gases al tun tun, rodar suavemente y sin brusquedad durante los primeros minutos de conducción.
#5 Los neumáticos siempre a punto
Rodar con unos neumáticos en mal estado supone rodar sin un absoluto control de la conducción, y ya sabemos que en la carretera el control lo es todo y los segundos que se tarda en obtener respuesta de una maniobra son vitales.
Por ello, a la clásica “patadita” para comprobar que el neumático esté bien hinchado, debe acompañarle una revisión visual periódica del estado del dibujo de su superficie.
Para ello, podemos introducir una moneda de euro entre los surcos y, si únicamente sobresale el aro dorado, podemos conducir tranquilos y con el agarre perfecto al asfalto. Si por el contrario sobresale mucho más que el aro dorado y somos capaces de ver aunque sea mínimamente la cara del rey, debemos cambiar la rueda del coche de inmediato.
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