Evita las principales averías en un coche manual
Los vicios en la conducción son una gran fuente de averías. Descubre qué hábitos dañan y son frecuentes en un coche manual
16/10/2018
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Hace un par de semanas os comentábamos los malos hábitos propios de la conducción al pasar de un coche manual a un vehículo de marchas automáticas y las averías que comportan. Estos malos hábitos que producen desgaste y roturas no son propios únicamente de pasar de un modelo de conducción a otro o exclusivos de los coches que poseen mayores automatismos.
Así, aquellos que siempre han conducido siempre un coche de “cambios clásicos” pueden caer en los mismos errores o en otros incluso más dañinos por viciarnos en posturas y acciones que dañan notablemente el embrague y otros componentes que actúan desde la palanca de cambios. ¿Cuáles son estas manías en las que suelen caer los conductores de coches de cambios manuales?
4 “manías” en la conducción que debemos cuidar para evitar averías en un coche manual
No forzar la conducción en la marcha más larga posible
Los consejos que se dan para fomentar una conducción eficiente, -una conducción que reduzca el consumo a la par que cuida del motor y de los componentes-, son muy recomendables y realmente pueden ayudar a ahorrar combustible y alargar la vida útil de nuestro vehículo, pero no nos debemos olvidar que lo que debe primar al volante siempre es el sentido común.
Así, una de las normas que decreta la conducción eficiente es que siempre se circule en la marcha más larga posible. Eso sí, (y ahí es donde entra en juego nuestro sentido común) hay que enfatizar que para hacer válida esta máxima, debemos recalcar el “posible”.
Si nos limitamos a conducir en la marcha más larga en cualquier circunstancia estaremos forzando desde la junta de culata, los casquillos de bancada y el pie de biela, hasta el cilindro, a lo que debemos sumar la válvula EGR si nuestro coche es diésel. Averías que nos pueden suponer hasta 3.000 euros de desembolso por querer subir desniveles en quinta marcha con el acelerador a fondo.
Conducir con la mano en la palanca de cambios
Es el clásico entre los clásicos de los malos hábitos ante un coche de cambio manual: vamos conduciendo y, por estar más alertas o por simple comodidad, usamos la palanca como apoyo de la mano derecha, ejerciendo presión constantemente sobre ella.
Este gesto que nos puede parecer inocente (incluso teniendo el codo apoyado en el reposabrazos) supone que los mecanismos internos de la caja de cambios se vean constantemente presionados, acusando desgaste prematuro y provocando holguras en los rodamientos o sincronizadores.
Estas pequeñas pero constantes acciones acabarán por provocar vibraciones y desincronización entre los engranajes, con el trágico desenlace de que las marchas no entren de forma correcta o se salgan de su posición.
No dejar el punto muerto en semáforos
Y si nos cuesta evitar que nuestra mano derecha se coloque sobre la palanca, nuestra manía de reposar el pie sobre el pedal de embrague no iba a ser distinta. Es otro de los grandes clásicos de malos hábitos al volante: dejar el embrague pisado en paradas como las que suceden con el rojo de los semáforos.
Las consecuencias de lo que esta acción conlleva son similares a las vistas con la palanca: ejercemos una fuerza innecesaria sobre el sistema que se traduce en fricciones y rozamientos sobre el disco y las piezas que actúan sobre él. Algo que se puede evitar fácilmente si ante una parada del vehículo dejamos el coche en punto muerto.
Usar el embrague cuando no se cambia de marcha
En sintonía también con el anterior punto, debemos grabarnos a fuego que el embrague no es un reposapiés.
Solo debemos usar el embrague cuando se produce un cambio de marchas, y pisándolo a fondo para luego soltarlo de forma progresiva.
Esto quiere decir que toda mínima fricción o apoyo durante cualquier momento en el que el coche esté en marcha o parado, resulta totalmente innecesario, improductivo y dañino.
¿Estamos ante el principio del fin de los coches manuales?
La incidencia de los coches manuales en España y, en general, en Europa es mucho mayor que la de los coches automáticos. Así, el 90% de los coches que pasan por los talleres en Valencia son manuales, quedando tan solo un 10% de usuarios de coches automáticos.
No obstante, estamos ante cambios (los que ofrecen los coches automáticos) que suponen notables mejoras en la conducción y evitan incidencias aquí descritas gracias al control de cambio de marchas y a sistemas como el asistente en pendiente, por lo que estamos ante casos parecidos a otros grandes cambios ya asentados como el del carburador por la inyección o hace ya varias décadas la manivela por el motor de arranque.
Esto hace presagiar que, aunque el porcentaje de desventaja es amplio a favor de los coches manuales, su desaparición vendrá determinada tarde o temprano por el mercado, que en el caso del estadounidense, lleva años de ventaja relegado ese 10% precisamente a los coches manuales.
Tanto es así que actualmente la tendencia de los fabricantes es que sus nuevos modelos traigan de serie la caja automática, relegando la manual a las gamas más estándar y a los utilitarios, donde la aceptación de esta tipología no es tanto por comodidad sino por economía (de media un coche automático encarece la compra en torno a los 3.000 euros en comparación con su versión manual).
Aun así, el auge de los híbridos (que la traen de serie) y las constantes implementaciones de nuevas tecnologías ofrecidas por las propias marcas, hacen presagiar que en los talleres mecánicos en Las Palmas no tarden en alcanzar el 30 - 40% de coches con caja de cambios automática que habitan las carreteras de nuestros vecinos comunitarios alemanes y suizos.
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