Reparaciones de chapa: qué hacer ante un golpe o bollo
Las reparaciones de chapa van implícitas en muchas ocasiones a cuestiones estéticas, pero ¿en qué medida son necesarias?, ¿pueden afectar a la conducción?
19/07/2019
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Recibir un golpe en la carrocería del coche es algo que, tarde o temprano, todo conductor experimenta en su vehículo. Los típicos bollos son casi inevitables por circunstancias como un roce a la hora de aparcar, un descuido de otro conductor o, en el peor de los casos, un fallo en el sistema de frenos. Llegados a este punto, nos planteamos las reparaciones de chapa y pintura como algo estético: devolver a nuestro coche su aspecto “de fábrica” durante el mayor tiempo posible, pero ¿qué otras implicaciones tiene?, ¿afectan a nuestra seguridad’, ¿qué debemos hacer ante un golpe o bollo en la carrocería?
Cuándo plantearnos las reparaciones de chapa y pintura
Cuando la seguridad se ve comprometida
Es el primer caso en el que la reparación de plancha, chapa y pintura no es algo opcional, sino obligatorio para que la conducción siga siendo segura como debe ser en todo momento.
Podemos pensar que asociar seguridad con un golpe o bollo resulta exagerado, pero no lo es teniendo en cuenta que la carrocería es uno de los elementos de la seguridad pasiva del vehículo: elementos que reducen al mínimo los daños que se pueden producir cuando un accidente resulta inevitable.
Obviamente un rayado en la carrocería no tendrá más inconveniencia que resultar antiestético, pero un golpe que produzca un hundimiento de la chapa (bollo) en según qué zonas, reduce la seguridad que ofrece el chasis al conductor.
Así, un golpe en elementos como el parachoques o la puerta comprometen la seguridad del conductor y sus acompañantes en cuanto al reducirse la firmeza y la protección de la zona, un segundo impacto puede alcanzar a los ocupantes o a elementos del motor.
Cuando no queremos que el vehículo pierda valor
Siempre vamos a procurar que el vehículo se conserve como el primer día, pero en casos concretos, como el que queramos participar en el mercado de compra – venta de vehículos de segunda mano, la presencia de la carrocería es un valor muy a tener en cuenta.
Así, aunque mantengamos el motor en perfecto estado y hayamos realizado el mantenimiento del vehículo de forma periódica, unas antiestéticas abolladuras o marcas en el chasis pueden reducir notablemente el valor de la tasación. Algo que una reparación de chapa y pintura puede solventar.
Cuando existen perforaciones o presencia de óxido
Una abolladura desprotege en mayor o menor medida la zona en la que se produce. Esto puede ocasionar que la chapa pierda su firmeza y se ocasionen pequeñas perforaciones o incluso óxido por la pérdida de pintura (que no solo da presencia, sino que también protege al vehículo de las inclemencias del tiempo).
Nuevamente no solo lo antiestético es el problema: estos agujeros en ciertas zonas pueden ocasionar que elementos protegidos por el chasis (el más obvio: el motor) puedan ser alcanzados por la lluvia o exponerse en mayor medida a temperaturas extremas, lo cual acaba afectando a su mantenimiento y cuidado.
Por otra parte, la presencia de óxido o corrosión aumenta la probabilidad de la aparición de estas perforaciones, así como reducir la eficacia y estabilidad de la chapa en caso de otros impactos, volviéndola mucho más quebradiza y debilitando la estructura.
En definitiva, de lo que se trata es de concienciarnos sobre que la utilidad del chasis no es únicamente estética: la chapa entre otras utilidades absorbe la energía en caso de un impacto, por lo que su reparación permite que la protección de la cabina sea la óptima en todo momento.
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